Piensa en tu vida como un autobús

04.06.2012 00:00

Cuando naces, te encuentras en la parte trasera de ese bus, estás en los brazos de tus padres o en una pequeña cuna, la cuestión es que estás suspendido, por así decirlo, en el aire; no tocas el piso pero tampoco el techo, no estás tan alto como para ver fuera de la ventana ni la carretera, ni estás tan bajo como para solo ver las patas de los asientos, simplemente estás en el medio, volteas tu pequeña cabeza hacia los lados y solo eres capaz de ver un horizonte. Los días pasan y ese horizonte continua igual, ves como amanece, como anochece, pero solo ves un paisaje cuando de pronto te ves alejado de esa cuna, y sientes con tus pequeñas manos algo rugoso y áspero, ya no ves ese horizonte solo ves nubes, y debes levantar mucho la cabeza para alcanzar a ver las ventanas, entonces decides explorar el autobús, comienzas a gatear debajo de los asientos, paseas por entre sus patas pero de pronto una pared de cristal rugoso se estrella en tu frente, y no te permite seguir explorando, has logrado avanzar ¿cuánto? ¿1... 2... 3 asientos del autobús cuando mucho? ves colores, siluetas, escuchas sonidos al otro lado de ese gran ventanal y te preguntas ¿qué hay del otro del lado? Volteas en busca de tus padres pero ellos sólo sonríen y cruzan el ventanal sin ningún esfuerzo, no como tú, que eres solo un bebé y no puedes moverlo. Entonces los ves regresar con objetos en sus manos y de inmediato quieres que sean tuyos, quieres explorarlos, sentirlos, entenderlos, ellos empiezan a enseñarte sonidos, esos sonidos que corresponden al nombre de dichos objetos, tú comienzas a repetirlos y poco a poco comienza a formarse tu lenguaje, ¡Felicidades! Has aprendido a hablar, de ahora en adelante sabrás como comunicarte.

 

De repente ya han pasado más días, lo sabes porque cuando te vas a dormir alcanzas a ver la luna aunque sea unos minutos y cuando despiertas el sol ya está brillando... De pronto te levantas de esa camita improvisada sobre uno de los asientos traseros y apoyas tus piecitos, hace algún tiempo que logras mantenerte en pie tú solo, tus padres te han enseñado más palabras y traídos más juguetes, eres feliz; pero aún no has podido cruzar ese ventanal transparente, cuando de pronto tu padre te levanta en brazos y te pide que le des un beso a tu madre, después de dárselo cruza el ventanal contigo, ¡No lo puedes creer, al fin estás del otro lado! y entonces te ves rodeado de muchos niños como tú. Tu padre te deja en el suelo y una señora que no es tu madre se acerca a ustedes, te escondes detrás de tu padre como un cachorro asustadizo, pero entonces él te dice que debes ir con ella, que todo va a estar bien, le haces caso pero volteas a despedirte de lejos con una pequeña lágrima en tu mejilla, pero no importa porque conoces otros niños curiosos como tú y al pasar de cinco minutos has conseguido 3 o 4 amigos para jugar ¡Felicidades! Es tu primer día de escuela, la primera vez que querrás a personas que no son tu familia y quizás conserves el resto de tu vida.

 

Pasan aún muchísimos días más y de pronto comienzas a notar cambios en tu cuerpo, comienzan a aparecer cosas que antes no había, te sientes diferente, y de repente estás un poco más apático. Ya tu padre no te acompaña todas las mañanas hasta aquella aula donde pasas todo el día, ahora únicamente se dedica a dejarte en la entrada del lugar mientras aparca de manera poco prudente durante los segundos que te toma abandonar el auto, pero todo es una ilusión, tú no estás en ningún auto, sigues dentro de ese bus, continuas haciendo ese mismo viaje. De repente aparece alguien del sexo opuesto en tu campo de visión, sientes algo diferente en tu estomago ¿estarás enfermo?, le pides un consejo a tu madre, ella solo sonríe con dulzura y te dice que esa reacción es normal pero tú sientes que no es así, te cuesta dormir, sueñas con esa persona, cuando la vez se calientan tus mejillas y se te olvida como hablar ¡Felicidades! Te has enamorado por primera vez.

 

De repente esa persona con la cual has decidido pasar el resto de tu vida se sube en tu bus, junto con toda su familia, afuera de la ventana sigue estando ese paisaje verde bañado por los rayos del sol, eres lo suficientemente grande como para admirar todo el panorama: la hierba, el sol, las nubes, la carretera, entonces te das cuenta de dos cosas: 1) Que estás sentado a la mitad del autobús, junto a esa persona que elegiste y 2) Que nunca has visto la cara del conductor del autobús, ves que el autobús nunca se detiene y te preguntas si el conductor no estará cansado de tanto tiempo conduciendo, sin embargo, cuando te levantas para intentar ayudarlo sigues sin poder verle la cara y el solo te dice: "Tranquilo, cuando sea el momento tú tomarás mi puesto", derrotado regresas a la silla de donde saliste, de repente, ves hacía atrás, aquellos asientos que habías olvidado que existían y se encuentran en un estado deplorable, llenos de polvo y olvidados. Cuando quieres acercarte para recuperar algunas de las cosas que allí dejaste ¡Sorpresa! Aparece de nuevo ese muro de cristal, sólo que ahora no es rugoso, ahora ves con claridad esas cosas que olvidaste y sientes la impotencia de no poder recuperarlas ¡Felicidades! Has aprendido que por mucho que te esfuerces, no puedes cambiar el pasado.

 

Tú vida sigue pasando en el mismo autobús, día tras día, hace tres meses que tú y tu persona especial han recibido la noticia de que serán padres, así es, estás esperando un bebé, igual a ti hace unos cuantos años atrás, de pronto algo sucede, el conductor detiene el autobús y te realiza una seña de que bajes con él, al pisar la carretera ves que están frente al mar; escuchas el romper de las olas en la orilla y sientes el calor del sol sobre tu piel, el conductor dándote la espalda comienza a hablar: 

 

 - "Yo te he guiado hasta donde la vida me lo ha permitido, estás a punto de formar una familia, has vivido lo suficiente como para formar tus propias experiencias, has aprendido lo básico de la vida y es tu turno de ser el conductor”. 

 

En ese momento te entregan un juego de llaves y al girar a tu derecha te encuentras con un autobús exactamente igual al que venías montado, pero más nuevo, no tiene rayas, ni los neumáticos gastados, está completamente nuevo, y es tuyo. Vuelves a girar a tu derecha y esa persona sigue parada allí, observando tu reacción al recibir tal obsequio, y sin poder evitarlo realizas la pregunta: 

 

- “¿Quién eres?”. 

 

¿Quién es esa persona que se ha encargado de conducir a lo largo de tu vida por el camino sin descanso? ¿Quién es el que ha decidido en que momento cambiar de ruta o cruzar a algún lado? ¿Quién? Entonces ves como su cara se ilumina con una bella sonrisa, y ves el rostro que tú esperabas, su respuesta es sencilla pero contundente: 

 

- “Soy simplemente aquél, que tú elegiste para guiar tu destino; ahora es momento de que escojas tú solo"

 

Este relato refleja todas las etapas de nuestra vida, cuando somos bebés nuestros padres nos protegen de todas esas cosas que puedan herirnos, vigilan que mantengamos la inocencia hasta el punto máximo que se pueda. Cuando entramos a la escuela comienzan a expandirse nuestros horizontes, sin embargo, es muy importante que nuestros valores empiecen a ser inculcados, ellos son los que nos mantendrán a raya en nuestro futuro, serán nuestro margen de acción, los lineamientos de nuestra vida. Al conocer al amor verdadero debemos recordar que ya no sólo se trata de nosotros y de cómo nos sentimos, si no de aquella persona que escogemos y todo lo que eso conlleva, para vivir una vida plena en pareja

 

Y cuando hallamos aprendido todo esto entonces será la oportunidad de que quien sea que nosotros creamos que guía nuestra vida: Dios, el destino, las acciones, etc., nos entregue la llave de nuestra vida, y comencemos a conducir nuestro autobús de manera segura y responsable, encargándonos de sus pasajeros como quien se encargo de nosotros antes de que fuéramos conductores.

 

En este punto te preguntarás ¿por qué un autobús?, porqué no un coche o una casa rodante, porque el autobús es el reflejo de nuestra vida, lo conduce un desconocido, sin embargo, nosotros nos subimos en él; jamás en la vida lo hemos visto, pero confiamos en sus habilidades como chofer. Así es la vida, no se detiene porque nosotros queramos, sin embargo aquí estamos, montados en su bus, no permite que controlemos lo que nos pasa (un bache en la carretera o un desvío inesperado) pero si nuestras actitudes ante tales actos, y al final del día tenemos que aceptar que estamos en ese autobús y que no somos nosotros los encargados de dirigirlo. Porque la vida no esta para comprenderla, esta para vivirla

Contáctanos