¡Perdóname Venezuela! Por querer divorciarme de ti

18.11.2015 22:09

Hace 5 años, en el año 2010, fui admitida para estudiar la carrera de Derecho en la Universidad Católica Andrés Bello, comencé con grandes ilusiones de convertirme en abogada porque pensaba que lo único que necesitaba era mi pasión por la lectura, pero estaba muy equivocada, ejercer el Derecho requiere talento, dedicación y pasión al igual que cualquier otra carrera o vocación de vida. Al avanzar en ella me encontré con que tenía un talento por la escritura y una curiosidad muy grande por la publicidad, así que decidí cambiar mi rumbo profesional a la carrera de Comunicación Social, un agravante que aceleró mi decisión de cambio fue el hecho de escuchar a diario “Me voy del país”, esa frase que se ha vuelto tan común entre los jóvenes de mi generación. Me dije “Bueno, si te quieres ir rápido necesitas que sea una carrera que no necesite una reválida muy grande, ¡dale con Comunicación!”

Esa era la parte inmadura de mi cerebro hablando, cada vez que mi madre me decía “Piénsalo bien, afuera no todo es color de rosas” yo le respondía “Afuera tengo un futuro, tengo trabajo y seguridad”, durante los últimos años los jóvenes venezolanos nos hemos dedicado a creer que al salir del país nos encontraremos con la tierra prometida, donde nos recibirán con un apartamento, carro y salario en dólares americanos para viajar a 20 países diferentes, pero nada más lejos que la realidad; al igual que los demás yo también tengo familiares y amigos fuera, el ejemplo más cercano es una tía ubicada en España donde sus ahorros durante 6 años tristemente no alcanzan ni los 300 euros.

Me llama poderosamente la atención como todos buscamos esa independencia financiera que nos permite el exterior, cuando la realidad es que mi madre terminó de cancelar el apartamento – en el que tenemos casi 14 años viviendo – hasta hace 1 año y medio, saquen su propia cuenta, ¿quién nos dijo que a los 21 años o menos íbamos a ser dueños de nuestra propia empresa y debíamos tener casa, carro y un sueldo estrafalario? ¡Díganme quién nos hizo ese daño!, considero que mi generación está contagiada por el mal de la apatía colectiva, donde día a día repartimos las malas noticias como pólvora y lo único que logramos es empujar al joven venezolano fuera de su patria, ¿irse al extranjero?, es válido, cualquier persona que desee hacerlo y tenga los medios ¡adelante!, pero entonces me pregunto: ¿Por qué debo abandonar a mi familia y amigos? ¿Al buscar ese futuro mejor (que además no está asegurado, más de uno se ha regresado) vale la pena lo que estoy perdiendo por lo que estoy ganando? ¿Por qué mi generación no ha asumido su papel en nuestra sociedad? Y quizás la pregunta más importante, ¿somos tan mediocres que necesitamos que un líder único nos dé la dirección de nuestro futuro? Yo creo que no.

Venezuela, eres el país que me vio nacer, que me dejó formarme, la tierra donde tengo todos mis recuerdos y lazos afectivos, te pido disculpas por la huida masiva de quienes deberíamos cuidarte, de quienes deberíamos estar actuando por ti, te pido disculpas por una generación que cree que su vida está condicionada a las ideologías de unos pocos, perdona nuestra cobardía y falta de creatividad para ponerte a producir, pero sobre todo perdona a mi generación que te abandona cuando más la necesitas, porque no sabemos hasta qué punto podemos pensar en ti sin perder nuestra valiosa juventud. Quisiera decirle a todo el que lea estas líneas, que está bien que se quieran ir a buscar un mejor futuro, pero mientras te vas ¿por qué no devolverle un poquito a la tierra que nos ha dado todo? Hagamos un último gesto de amor por Venezuela, porque sé que todos los que se van de ella la llevan profundamente en su corazón. Es como divorciarse de alguien de quien todavía estás enamorado.